Acabo de terminar la lectura de dos
libros, que más que lectura ha sido un devorar historias como si en la vida hubiese leído
nada. Imagino que una buena trama, con unos personajes interesantes y en un
ambiente que resulta agradable engancha al lector. Pero no sé si en verdad ese
sería el veredicto tras realizar esas lecturas. Sino más bien la comparación a
la que mis estudios de investigación dedicados a la Literatura comparada me
hacen llevar las novelas. Comparar autores, historias, pero, sobre todo, estilos
literarios. De esta manera consigo dos cosas, por un lado descubrir trucos o
modelos de escritura en mi calidad de aprendiz y, por otro, distinguir la
calidad de un autor en comparación con otro de su misma época.
En el caso de estas dos últimas lecturas
me quedo con un dato: existen diversidad de formas de escritura, diferentes
maneras de acercar al lector una historia. Para Soledad Puértolas todo es orden
y organización. La escritora cuenta las historias tal y como ocurrieron, sin
adelantar ningún dato futuro y sin poner nervioso al lector. Crea una intriga
que va creciendo paulatinamente en el texto como si no pretendiera hacerlo. De tal
forma, que pasadas treinta páginas no tienes marcha atrás y necesitas saber qué
le ocurrirá al protagonista en las páginas siguientes.
De ella he leído Días del Arenal, una
novela donde saca a relucir amores prohibidos, distantes, escondidos y
convenientes. Puértolas relata una historia que transcurre a lo largo de la
vida y que es contada por los distintos protagonistas, para que todos ellos
revelen el porqué de sus actos. Nos muestra hasta dónde está dispuesto a llegar
el ser humano por conseguir lo que quiere o hasta dónde llegamos y esperamos a
nuestro amado. Soledad Puértolas une amor y violencia en un vaivén de
personajes dispares.
La otra autora dista mucho de ella. Me
refiero a Carmen Posadas. Para ella, su estructura es el desorden argumental. Empieza
con el hecho principal de su historia para captar la atención del lector, y
luego recuerda los momentos previos de los personajes al hecho crucial. Así, la
intriga planteada al inicio de las páginas no se resuelve hasta el final. De manera
que conocemos los entresijos de los personajes, sus secretos y pensamientos
como intervalo en el desarrollo de la trama. La cantidad de personajes puede
hacer perder al lector el hilo de la historia, pero ahí está la clave de su
escritura: hacer del lector un personaje activo en su lectura y no un mero “acumulador
de historias”.
De Carmen Posadas he leído Pequeñas infamias,
obra con la que obtuvo en 1998 el Premio Planeta. Desde el principio conocemos
la muerte accidentada de un cocinero, Néstor. Después, multitud de personajes
relatarán las horas previas a esa muerte, desvelando sus secretos mientras se
produce un intercambio de cartas entre cocineros que pretenden desvelar los más
secretos trucos de cocina en un libro que titularán “Pequeñas infamias”. Carmen
Posadas realiza, de la manera más elegante posible, un minucioso estudio de la
sociedad, destacando sus intereses, miedos y convenciones.
Son dos escritoras muy distintas, con
formas y estilos muy dispares, pero en el fondo coinciden en los temas que
exponen en sus obras. Ambas escritoras buscan reflejar la sociedad y
caracterizarla para mostrar a los lectores hasta dónde somos capaces de llegar
por nuestros intereses, por conseguir lo que nos proponemos, pasando por encima
de quien tengamos que pasar. Os dejo la sinopsis de ambos libros, por si
alguien busca lectura y estos le parecen lo suficientemente interesantes.
1. Días
del Arenal, Soledad Puértolas.
Tomando como punto de partida una
calle poco transitada de Madrid y a un personaje que ha ido limitando el
escenario de su vida a su piso y su calle, Soledad Puértolas va trazando el
relato de diversas vidas, marcadas por la pasión, los amores clandestinos, la
ambición artística, el desconcierto, la búsqueda de la felicidad. Y las vidas,
conforme se desarrolla el relato, van trazando un dibujo de forma circular,
porque ninguna vida se acaba del todo mientras pueda mezclarse, trenzarse con
las otras. Es cierto, como nos dice el narrador, citando a Quevedo, que
«solamente lo fugitivo permanece y dura». Son precisamente los momentos fugaces
en los que se percibe la belleza los que trazan el dibujo que relaciona a los
personajes. El tiempo es sabio y quizá clemente. Avanza en varias direcciones
para dejar en el aire un vago mensaje de armonía, un apoyo para que la búsqueda
de la belleza, del amor, de la felicidad, no resulte tan ardua, para que la
esperanza de un encuentro perfecto, ideal, se mantenga viva.
(Fuente: http://www.anagrama-ed.es/titulo/CM_198)
2.
Pequeñas
infamias, Carmen Posadas.
Pequeñas infamias es una novela sobre
las casualidades de la vida. Sobre las que se descubren con sorpresa, sobre las
que no llegan a descubrirse y sin embargo marcan nuestro destino, y sobre las
que se descubren pero se mantienen en secreto, porque hay verdades que no
deberían saberse nunca. Puede leerse, también, como una sátira de sociedad,
como el retrato psicológico de una galería de personajes, o como un apasionante
relato de intriga, cuyo misterio no se resuelve hasta las últimas páginas. En
la casa de veraneo de un acaudalado coleccionista de arte se reúne un
variopinto grupo de personas. Juntas pasan unas cuantas horas y, a pesar de las
frases agradables y los comentarios corteses, la relación acabará envenenada
por lo que no se dicen. Cada una de ellas esconde un secreto; cada una de ellas
esconde una infamia. La realidad adquiere de pronto el carácter de un
rompecabezas cuyas piezas se acercan y amenazan con acoplarse. El destino es
caprichoso y se divierte creando extrañas coincidencias.
(Fuente: http://www.lecturalia.com/libro/479/pequenas-infamias)
amacrema
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