miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA CIUDAD DEL AMOR

Espectaculares vistas de París





Siempre nos han contado que París es la ciudad del amor. Y nosotros, que somos los grandes conformistas, la hemos aceptado como tal sin querer ir más allá de la experiencia. ¿Realmente debemos considerar a la capital francesa como la ciudad del amor? Con esta idea tan vigente en las bocas de todos, intento buscar ese elemento o momento de la ciudad que le haya otorgado el honor de tal mención. Tal vez sea la torre Eiffel o Notre Dame mitificada gracias a la novela Nuestra Señora de Notre Dame de Víctor Hugo; quizá sea el recorrido por el Louvre lo que la haga tan romántica. Es evidente que no hay amor implícito por ninguna parte. Entonces, ¿por qué obcecarse de catalogar esta ciudad como «del amor»?
La Gran Vía de Madrid

Podíamos ser un poco como los franceses y empezar a decir ahora que Madrid es la ciudad del amor, ¿por qué no?  Es lo mismo si pensamos en edificios como el Ayuntamiento, o museos tan románticos como el Prado; podemos incluso ver ese romanticismo en el bello parque del Retiro. Recuerdo que en una ocasión, paseando por la encantadora ciudad portuguesa de Oporto, una pareja de americanos me pararon para preguntarme por algo. Después de guiarlos me preguntaron que de dónde era. Mi respuesta es siempre la misma: «yo vivo muy cerca de Madrid», en mi inglés más o menos entendible. Ellos me halagaron. Por lo visto habían venido a Europa a pasar su luna de miel. Habían visto París, Lisboa, Roma, Madrid y Barcelona, ya poco les quedaba para regresar a sus vidas. Para ellos Madrid había sido una ciudad maravillosa y muy, muy romántica, reiteraron. Los edificios blancos y limpios les habían llamado mucho la atención, las grandes avenidas habían sido maravillosas pasearlas cubiertas de árboles. Madrid era la ciudad del amor.
Taj Mahal en Agra (La India)

Pero alejándome de lo que a mí me atrae, para no pecar de interesada, dejaré al lado de esta nueva posibilidad y llevaré mi reflexión a otras ciudades. Desde que estudié en historia del arte el Taj Mahal jamás me he olvidado de él. Se supone que el emperador lo construyó como tumba para su amada esposa (su esposa predilecta). Está construido, casi en su totalidad con piedras preciosas, para lo que se necesitaron veinte mil obreros Después de enamorarnos a todos con esta fabulosa «love story», el profesor nos confesó que realmente el rey lo construyó para el mismo, como un proyecto muy ambicioso. Pero que, al morir su esposa antes, decidió sostener la idea de que era para ella y así quedar para la historia como el hombre más romántico del mundo. Así que, si el edificio hecho al amor está en Nueva Delhi, no me queda más remedio que asegurar que la ciudad del Amor está en esta ciudad de la India.

Consideración aparte merece el mundo de la literatura. Cada escritor ha ubicado su propia ciudad del amor en una parte diferente del mundo. Y es que, de esta manera, es muy complicado aclararse. Shakespeare, a pesar de ser el inglés de los ingleses, ambientó en la bella Verona su Romeo y Julieta. Nadie me negará que se trata de una de las más grandes historias de amor de la historia de la literatura. Quien ha viajado allí ha respirado ese ambiente romántico que inunda la ciudad y que hace sentir estar viviendo una historia tan pasional como la de aquellos amantes.

El séptimo arte también ha querido crear su propia ciudad del amor. Así lo vemos en Vacaciones en Roma, donde la bella Audrey Hepburn vive una exquisita historia de amor entre las ruinas antiguas. O Anastasia que, aunque luego viajan a París como la ciudad del amor, no deja de mostrarnos lo mejor de San Petersburgo.
Desayuno con diamantes

Y no vamos a olvidarnos de la gran ciudad por excelencia: Nueva York. Allí se han enamorado y desenamorado muchos personajes del cine y de la literatura, sin duda. Pero es cierto que la ciudad enamora al viajante. Todos los que van admiran la belleza de una ciudad nueva, perfectamente diseñada y llena de amor. Es la ciudad de Desayuno con diamantes, Otoño en Nueva York, Cuento de inverno. Increíbles historias de amor todas ellas  que, sin duda, le dan a esta ciudad ese aire de romanticismo moderno que todos necesitamos.

Después de este repaso por la ciudad del amor creo que todo se ha quedado un poco más oscuro. Ninguna ciudad merece esta denominación especial porque en todas podemos ver rastros de un amor pasado, presente o futuro. La ciudad del amor es aquella en la que cada uno de nosotros. Tal vez baste con estar a «tres metros sobre el cielo» o en el más allá como el protagonista de Ghost.

África Crespo (amacrema)

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