lunes, 19 de octubre de 2015

OTOÑO EN MADRID

Hacía mucho tiempo que no escribía un artículo para vosotros. Los relatos en cadena y las reseñas me han tenido tan absorbida durante todo el verano que apenas he tenido tiempo de sentarme a escribir algo, cualquier cosa. Llevaba días rondando, buscando un hueco para escribir estas palabras, pero no me anima a hacerlo. A veces siento que todo esto no llegan a ninguna parte. Pero, de repente, cuando menos me lo espero, tengo un mensaje vuestro en mi correo electrónico y me anima a seguir adelante. La verdad es que si abandonase ya no tendría esas palabras de aliento escritas al otro lado de la pantalla. 

Todo ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Dicen que la vida son etapas, que una se cierra y se abre otra. Y puede que sea cierto. Tengo muchos frentes abiertos y quiero darles salida a todos. Pero todo a su debido tiempo. Estoy convencida de que las cosas irán viniendo solas, fluirán como fluye el agua de un río. Últimamente paseo por las calles de Madrid y observo a la gente. Esta práctica es algo que he hecho siempre, pero ahora me doy cuenta de que ya no solo me percato de la forma de vestir, sino que voy más allá de todo eso. En Madrid son muchos los forasteros. Gente de paso, que va y viene por diferentes motivos. Parece que nadie es de aquí. Nos preguntamos los unos a los otros de dónde venimos porque sabemos que, tras la máscara madrileña, se esconden nuestras raíces. 

Ya ha empezado el pleno otoño. Está a punto de llegar mi mes predilecto y yo intento agarrarlo para que no se me escape. En el trabajo ya estamos preparando la fiesta de Halloween. Y vuelve a llamar mi atención que hayamos impuesto esta costumbre en casi todos los ámbitos de la vida. He observado las calabazas de plástico llenas de gominolas de los supermercados. O las calabazas que invaden todas las fruterías callejeras de la capital. Las tiendas de disfraces no rehúyen tampoco de llenar sus escaparates de disfraces escalofriantes para pasar una noche divertida. Y las carteleras del cine han aprovechado para estrenar montones de películas de intriga y terror para estos días. 

La verdad es que la luz anaranjada y tenue también nos acompaña. Muy pronto van a cambiar la hora y, aunque aseguran que es para ganar más horas de luz, yo creo que las tardes otoñales se pierden del todo para pasar de la mañana a casi la noche en un instante. Ha llovido mucho estos días en Madrid. Y eso nos recuerda que el tiempo ha cambiado, ya no volveremos a ponernos los vestidos de verano ni las cuñas de esparto, ni los pantalones cortos, a pesar de que muchos aún no lo hemos guardado. Parece que ya hemos entrado de lleno en el nuevo curso y todavía no me he detenido a digerirlo. 

Entre las promesas que siempre nos hacemos llegados estos días yo me he propuesto escribíos a la semana. Para que sepáis que estoy aquí y para saber que seguís ahí conmigo. Suelo aconsejar poner siempre fechas y hacer unos horarios, es mucho más fácil planificarse así las tareas y llegar a tiempo a todo. Por eso acabo de apuntar en mi agenda para todos los lunes que siguen dedicaos un ratito por la tarde, para contaos cosas o para regalaros algún cuento o relato que haya podido escribir. 

Y como no quiero que esta entrada parezca simplemente un artículo de bienvenida, os contaré que el otro día estuve en el teatro Infanta Isabel viendo Milagro en casa de los López, una divertida comedia de Miguel Mihura que os recomiendo porque os hará pasar un buen rato. Una historia algo disparatada sobre un matrimonio que encuentra cualquier excusa perfecta para no salir de casa. Tras diez años de encierro necesitan administrar aventura a su vida. ¿Cómo? Permitiendo que unos viajeros curiosos se hospeden en su gran casa como huéspedes. ¿Milagro? Sí, porque la primera “invitada” llama al mismo tiempo que ellos piensan en esta inhóspita posibilidad. 


Me despido de vosotros sin dejar de observar a los paseantes que desafían los primeros fríos otoñales tras el cristal de mi ventana. Hasta la semana que viene. Os deseo que paséis un feliz trascurso de semana.

Amacrema

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